Porqué estamos aquí...

Aunque no queramos aceptarlo, el fin de la vida es un paso inevitable...

Antes o después, cercano o no, la partida de nuestros afectos nos sumerge en un punto de angustia muy difícil de superar.

Este espacio fue creado por un grupo de supervivientes a la pérdida, que desean compartir sus vivencias y, porque no, ofrecer su experiencia para que aquellos que no encuentran paz y tranquilidad al estar sumidos en la angustia, puedan ver una luz de esperanza a su sufrimiento.

Gracias Padre Hilmar Zanello por sus maravillosas enseñanzas, su incondicional apoyo espiritual y por enseñarnos que transitar por el camino del dolor, con profunda fe, nos da las fuerzas suficientes para sentir la presencia de Dios que nos acompaña, nos sostiene e ilumina nuestro camino con la esperanza puesta en la Resurrección. Nuestro eterno agradecimiento. Equipo Pastoral.

Música

domingo, 22 de mayo de 2011

Acudir a propia fe

El sufrimiento que tiene significado es más soportable.
El proceso de aflicción no está completo hasta que la persona que está en duelo no haya descubierto un nuevo significado en la vida. Esto no es inmediato. Más bien, el impacto inicial con la muerte sacude la fe, rompe la familiaridad de los sobrevivientes y destruye los proyectos personales. La imagen de Dios entra en crisis y se sienten traicionados, incluso niegan su existencia.
Para otras personas, la relación con Dios puede reforzarse: " Dios me está dando las fuerzas que necesito"; "en la oración encuentro paz".
Para quien está enojado con Dios, una forma de demostrarlo es no concurrir a la iglesia ni rezar.
Desahogarse con Dios no es pecaminoso, por el contrario, ayuda a curarse: Dios puede acoger los deshagos humanos; Él no causa las tragedias: algunas son causadas por las desgracias, otras por la irresponsabilidad humana, otras son consecuencias inevitables de la naturaleza mortal. Dios no causa ni previene las tragedias, pero da las fuerzas necesarias para afrontarlas y superarlas.
La fe no protege el dolor, pero ayuda a afrontarlo; no lo explica, pero ayuda a usarlo positivamente; no lo absolutiza, pero ayuda a redimensionarlo  a través de propuestas de esperanza y la invitación a la solidaridad.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Tomar decisiones

Víctor Frankl, un sobreviviente de los campos de concentración, sintetizó bien el poder de elegir el propio comportamiento ante un drama que no se puede cambiar.
"Todo lo que amamos se nos puede arrancar; lo que no se nos puede quitar es el poder de elegir que actitud asumir ante estos acontecimientos".
Quien está golpeado por un duelo puede elegir: sentirse víctima de los acontecimientos o desarrollar una actitud de sano realismo.
El pasado no se puede cambiar; pero se puede comenzar a obrar hoy con valentía y buena voluntad, a hacer lo que no se hizo ayer.
La muerte de una persona querida, a veces tiene el efecto de liberar en los sobrevivientes esa parte de si que nunca fue vivida.
En las fases iniciales es necesario tomar "pequeñas decisiones" que permitan a la persona despertar y ganar confianza en sí misma.
El desafío concreto es el de restablecer un ritmo cotidiano de manera sencilla, decidiendo las actividades por desarrollar.
Estas "pequeñas decisiones" permiten a las personas volver a sumergirse en la vida para construir un nuevo proyecto de vida.
Las grandes decisiones es necesario postergarlas hasta haber alcanzado más serenidad y equilibrio.

" Se paciente con todo lo que queda sin resolver en tu corazón.
Trata de armar incluso tus preguntas. No busques las respuestas que no se te pueden dar porque no las puedes vivir. Vive todo.
Vive tus preguntas porque tal vez, sin notarlo, estás gradualmente elaborando las respuestas".

                                                         

martes, 17 de mayo de 2011

Con una Fe más profunda

Los cristianos con una Fe más profunda descubren en el sufrimiento que no están solos... que están aprendiendo a encontrar respuestas a tantas preguntas y sobre todo para interrogarse donde está Dios cuando uno sufre.
Desde la Fe creemos que Dios está presente con nosotros acompañándonos, porque también sufrió... lloró... y padeció de la muerte como nosotros.
Por eso es que Jesús, el hijo de Dios, no vino a suprimir el dolor, sino a asumirlo y darle un sentido y sobre todo a darnos su fuerza y consolación para sus discípulos que creen en Él.
Qué fuerzas nos dan sus palabras cuando recordamos lo que Él nos dijo hace tiempo:
" Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo" (Mateo 28,20).