Porqué estamos aquí...

Aunque no queramos aceptarlo, el fin de la vida es un paso inevitable...

Antes o después, cercano o no, la partida de nuestros afectos nos sumerge en un punto de angustia muy difícil de superar.

Este espacio fue creado por un grupo de supervivientes a la pérdida, que desean compartir sus vivencias y, porque no, ofrecer su experiencia para que aquellos que no encuentran paz y tranquilidad al estar sumidos en la angustia, puedan ver una luz de esperanza a su sufrimiento.

Gracias Padre Hilmar Zanello por sus maravillosas enseñanzas, su incondicional apoyo espiritual y por enseñarnos que transitar por el camino del dolor, con profunda fe, nos da las fuerzas suficientes para sentir la presencia de Dios que nos acompaña, nos sostiene e ilumina nuestro camino con la esperanza puesta en la Resurrección. Nuestro eterno agradecimiento. Equipo Pastoral.

Música

lunes, 19 de abril de 2010

PERDIDAS

Todos sufrimos distintas y múltiples pérdidas durante el transcurso de la vida al pasar de una etapa vital a otra. De bebé a niño, de niño a adolescente, de adolescente a hombre, de hombre a anciano. Y éstas conllevan cambios en los que podemos sentir que perdemos parte de lo que teníamos: cambio de escuela, (de primaria a secundaria), una separación , pasar de una etapa laboral a mal desempleo o la jubilación, entre otras.
¿Qué nos viene inevitablemente a la cabeza cuando escuchamos la palabra Pérdida?
Muerte - desolación - vacío - ausencia - dolor - bronca - impotencia - angustia - soledad - tristeza - miedo - irreversibilidad - desconcierto - llanto - sufrimiento.
¿Por qué sentimos tanto una pérdida? El ser humano se relaciona y establece vínculos que comportan distintos grados de afectividad y de valoración positiva o negativa del vínculo.
En el momento en que subjetivamente se da una pérdida, sentimos dolor. Dolor anímico por la valoración afectiva y la emotividad que de ellos se desprende, estas emociones, estas vivencias son el resultado de lo que somos.El resultado de nuestro crecimiento y desarrollo, de lo que dependerá nuestros duelos.
Cada pérdida significativa, representa algún tipo de renuncia. Es una crisis y comporta un proceso de duelo, es decir, un proceso paulatino de despedida, de desapego.
Cada pérdida, por pequeña que sea, implica la necesidad de hacer una elaboración, no sólo las grandes pérdidas generan duelos, sino que toda pérdida lo implica.
Toda pérdida siempre implica ganancia, ya que es un proceso de crecimiento, de hecho, ya no somos los mismos.

                       Hay un momento para todo,
                       un tiempo para nacer
                       y un tiempo para morir;
                       un tiempo para llorar
                       y un tiempo para reir;
                       un tiempo para lamentarse
                       y un tiempo para danzar.
                                                         (Ecl. 3, 1-4)