Porqué estamos aquí...

Aunque no queramos aceptarlo, el fin de la vida es un paso inevitable...

Antes o después, cercano o no, la partida de nuestros afectos nos sumerge en un punto de angustia muy difícil de superar.

Este espacio fue creado por un grupo de supervivientes a la pérdida, que desean compartir sus vivencias y, porque no, ofrecer su experiencia para que aquellos que no encuentran paz y tranquilidad al estar sumidos en la angustia, puedan ver una luz de esperanza a su sufrimiento.

Gracias Padre Hilmar Zanello por sus maravillosas enseñanzas, su incondicional apoyo espiritual y por enseñarnos que transitar por el camino del dolor, con profunda fe, nos da las fuerzas suficientes para sentir la presencia de Dios que nos acompaña, nos sostiene e ilumina nuestro camino con la esperanza puesta en la Resurrección. Nuestro eterno agradecimiento. Equipo Pastoral.

Música

martes, 23 de noviembre de 2010

FACTORES DE RIESGO DE UN DUELO COMPLICADO

Indicios a tener en cuenta cuando comienza a volverse disfuncional:
  • Falta de respuesta ante la muerte, la persona es incapaz de sentir emociones.
  • Seguir como"si nada hubiera pasado".
  • Estado prolongado de shock. La persona en estado de aturdimiento no puede creer que la muerte haya ocurrido.
  • Etapa de sufrimiento intenso que se prolonga más allá de lo aceptable.
  • Sentimiento desproporcionado de rabia.
  • Se está irracionalmente irritado con el muerto por su fallecimiento.
  • Indicios previos de algún trastorno psicológico grave, especialmente depresión o desubicación de la realidad.
  • Constante temor hipocondríaco a la enfermedad que sufrió el fallecido, por ejemplo, cancerofobia.
  • Querer localizar al muerto, sentir ansiosamente su presencia, visualizarlo, darle forma.
  • Se vive en el cementerio.
  • Se celebran cumpleaños y aniversarios de la persona fallecida poniendo platos y fotos en la mesa, como si estuviera vivo.

lunes, 8 de noviembre de 2010



viernes, 17 de septiembre de 2010

CARACTERÍSTICAS

ES INEVITABLE: Si se acepta el duelo como una comprensible y humana respuesta a una pérdida o separación, se deduce que en cierto modo, estamos siempre en duelo aunque no clínicamente deprimidos. Las pérdidas están constantemente presentes y deben afrontarse. Una condición indispensable para el crecimiento es el cambio y éste no sucede sin separaciones y toda separación produce reacciones más o menos atenuadas de duelo. Se concluye que el duelo es una dimensión necesaria de la vida.

CONLLEVA SUFRIMIENTO: El único modo de salir de él es atravesarlo. Quien lo elude posterga y prolonga el dolor. En la elaboración del duelo, la palabra clave es "proceso" no progreso o mejoría.
La reacción ante una pérdida incluye altibajos, regresiones, recaídas, no sólo mejorías. Lo importante es que la persona esté en movimiento y no permanezca inmovilizada por el dolor.

ES PORTADOR DE CRECIMIENTO: No se puede crecer sin sufrir. La vida es una sucesión de adioses y separaciones. Mientras una persona no haya integrado la conciencia de la separación y de la propia muerte, no vive libremente.

lunes, 9 de agosto de 2010

NO LLORES SI ME AMAS

Los momentos de la vida del ser humano son muy variados, y desde las más altas cimas de la felicidad se puede descender hasta los más oscuros y tenebrosos abismos de la existencia. Siento el dolor humano de cada día y siento a ese hombre y a esa mujer cuando han perdido a un ser querido. Por eso esta esquina de hoy, no sientas que es la esquina de la plañidera que se une al cortejo fúnebre de tu dolor. ¡Quiero ser esperanza! Que no se basa en la palabra humana, por muy lógica que parezca, ni lúcida o deslucida por la construcción de frases que pueda hacer. Es desde una experiencia de fe en la que te digo: Cristo ha resucitado. Ya lo sé, tú me dirás, y en el fondo...¿no te das cuenta que me estás pidiendo lógica humana nada más, cuando tu sabes que la muerte como pregunta trasciende a toda lógica humana? Y no es sólo la muerte como pregunta, ya que esta en conversación normal tiene trascendencia, pero no igual a la muerte, la experiencia de dolor que uno siente cuando arracan una flor de tu jardín. No te pido ahora que entiendas, no te pido que me escuches. Te pido sólo que escuches a tu corazón, que sientas que el amor no es violencia, que el amor no es fraude o mentira, que el amor que compartiste con el ser que se fue, es eternidad. Se muere cuando se olvida. Se muere cuando se deja de amar y tu no puedes dejar de amar a quien ahora lloras.
Por eso, y porque Dios lo ha resucitado, él, tu amor, te esperará a ti en ese lugar maravilloso que es el cielo.
Quiero que sientas ahora la experiencia de un hombre que encontró a Dios a los 30 años, y unos meses después, en el puerto romano de Ostia, perdió a su madre.
Tú sabes que te hablo de San Agustín. Siente lo que dice: No llores si me amas,¡Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo! ¡Si pudieras oir el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos! ¡Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos; los horizontes, los campos y los nuevos senderos que atravieso! ¡Si por un instante pudieras contemplar como yo, la belleza ante la cual las bellezas palidecen! ¡Cómo...! ¿Tú me has visto, me has amado en el país de las sombras y no te resignas a verme y a amarme en el país de las inmutables realidades? Créeme. Cuando la muerte venga a romper las ligaduras como a roto las que a mi me encadenaban, cuando llegue un día que Dios a fijado y conoce, y tu alma venga a este cielo en que te ha precedido la mía, ese día volverás a verme, sentirás que te sigo amando, que te amé, y encontrarás mi corazón con todas sus ternuras purificadas.
Volverás a verme en transfiguración, en éxtasis, ¡feliz!, ya no esperando la muerte, sino avanzando contigo, que te llevaré de la mano por senderos nuevos de Luz...y de Vida...¡Enjuga tu llanto y no llores si me amas!
San Agustín sintió profundamente a Dios y desde Dios amó a los seres que lo rodearon, por eso tiene profundo sentido lo que él nos dice. Y termino con aquellas palabras del ángel a las mujeres que fueron a buscar a Jesús al sepulcro: " Por qué buscaís entre los muertos al que está vivo ? No está aquí, ha resucitado".
(Lc. 24, 5 -6 ).
Autor: Pdre. Pablo Larrán   "Momentos de paz".



LAS CAUSAS DE MUERTE

Toda situación de pérdida se coloca en un contexto específico. La muerte tiene varios rostros y el modo como sucede influye en el dolor de los sobrevivientes.
La muerte después de una grave enfermedad es de naturaleza distinta porque los que están involucrados en ella, tienen la oportunidad de prepararse para el acontecimiento final. Claro está que la anticipación no significa aceptación.
Las más fuertes reacciones se manifiestan cuando la muerte es repentina. Este acontecimiento luctuoso pone a los sobrevivientes ante un drama inprevisto. En esta categoría entra también la muerte por accidente de trabajo o automovilístico.
Más dramática  es la muerte por suicidio. En los sobrevivientes quedan,  además del dolor, interrogantes sin respuestas y el sentimiento de culpa por no haber podido prevenir la muerte.
Una muerte cruel es la causada por la violencia, por el terrorismo, por asesinatos, por violaciones.
Otra causa de muerte son los desastres naturales. Los sobrevivientes viven duelos colectivos marcados por la pérdida de todo, por el riesgo de epidemias y por la necesidad de recontruir su identidad histórica y geográfica.
El impacto de cada una de estas circunstancias de muerte tiene peso, sus interrogantes y sus desafíos específicos para los sobrevivientes.
Estas experiencias de duelo, además de las circunstancias, dependen de otros factores:

  •   Tipo de relación que se tuvo con el difunto
  •   Red de apoyo externo
  •   Grado de familiaridad
  •   Recursos personales
  •   Grado de dependencia psicológica, económica, social
  •   Sentimiento de culpa, dificultades en la comunicación
  •   Sexo del sobreviviente
  •   Clase social
  •   Presencia o no de otras experiencias de pérdidas
  •   Presencia de factores culturales que permitan la expresión del dolor

miércoles, 30 de junio de 2010

EL VALOR DE LOS ADIOSES

Los adioses, especialmente los más intensos, nos hacen enfrentar con las cuestiones fundamentales de la vida: ¿Por qué éste sufrimiento? ¿Hacia dónde me conduce? ¿Cuáles son los valores que más aprecio? ¿Qué creo sobre la vida después de la muerte? Los adioses crean un determinado espacio en nuestro interior, desde donde nos permitimos ubicarnos para observar la vida en perspectiva, y desde allí ir descubriendo las respuestas a algunas de esas cuestiones sobre la vida.
También  aprendemos mucho sobre los seres significativos que nos rodean; aprendemos quien desea caminar el largo camino junto a nosotros, de quienes son los corazones que siempre nos acogen con placer, quien nos ama lo suficiente como para acompañarnos en la buenas y en las malas, quien desea amarnos tanto como para manifestar la verdad por nosotros o a nosotros. Los adioses, cuando reflexionamos sobre ellos con fe, nos conducen hacia la suprema confianza en el Dios del amor y aprendemos a vivir esperanzados, con mayor aceptación y con una alegría más profunda.
Esto se logra solo con el correr del tiempo, y con sumo cuidado de nuestro ser.
No podemos evitar el dolor. Todos lo sufrimos a nuestro modo, pero lo cierto es que lo sufrimos. La bendición del dolor en nuestro interior, radica en que, cuando nos acongojamos por los adioses, simultaneamente nos damos y nos encontramos a nosotros mismos. Elegimos entregarnos profundamente, aunque sepamos que esa entrega podría costarnos el precio de los adioses y del desapego. Creemos que la entrega de nuestro amor justifica ese precio, pues habremos entrado en el misterio de la vida donde las bienvenidas que se suceden a nuestros adioses son nuestras señales indicadoras de la eterna morada.
Todos debemos aprender a decir adiós, a admitir esa pena destinada a nosotros, para poder seguir avanzando. Dios nos da la fuerza, el coraje, el consuelo, la esperanza y el amor. Desapégate y se libre de seguir avanzando.
"Que la bendición de Dios te acompañe"

lunes, 19 de abril de 2010

PERDIDAS

Todos sufrimos distintas y múltiples pérdidas durante el transcurso de la vida al pasar de una etapa vital a otra. De bebé a niño, de niño a adolescente, de adolescente a hombre, de hombre a anciano. Y éstas conllevan cambios en los que podemos sentir que perdemos parte de lo que teníamos: cambio de escuela, (de primaria a secundaria), una separación , pasar de una etapa laboral a mal desempleo o la jubilación, entre otras.
¿Qué nos viene inevitablemente a la cabeza cuando escuchamos la palabra Pérdida?
Muerte - desolación - vacío - ausencia - dolor - bronca - impotencia - angustia - soledad - tristeza - miedo - irreversibilidad - desconcierto - llanto - sufrimiento.
¿Por qué sentimos tanto una pérdida? El ser humano se relaciona y establece vínculos que comportan distintos grados de afectividad y de valoración positiva o negativa del vínculo.
En el momento en que subjetivamente se da una pérdida, sentimos dolor. Dolor anímico por la valoración afectiva y la emotividad que de ellos se desprende, estas emociones, estas vivencias son el resultado de lo que somos.El resultado de nuestro crecimiento y desarrollo, de lo que dependerá nuestros duelos.
Cada pérdida significativa, representa algún tipo de renuncia. Es una crisis y comporta un proceso de duelo, es decir, un proceso paulatino de despedida, de desapego.
Cada pérdida, por pequeña que sea, implica la necesidad de hacer una elaboración, no sólo las grandes pérdidas generan duelos, sino que toda pérdida lo implica.
Toda pérdida siempre implica ganancia, ya que es un proceso de crecimiento, de hecho, ya no somos los mismos.

                       Hay un momento para todo,
                       un tiempo para nacer
                       y un tiempo para morir;
                       un tiempo para llorar
                       y un tiempo para reir;
                       un tiempo para lamentarse
                       y un tiempo para danzar.
                                                         (Ecl. 3, 1-4)