¿Qué nos viene inevitablemente a la cabeza cuando escuchamos la palabra Pérdida?
Muerte - desolación - vacío - ausencia - dolor - bronca - impotencia - angustia - soledad - tristeza - miedo - irreversibilidad - desconcierto - llanto - sufrimiento.
¿Por qué sentimos tanto una pérdida? El ser humano se relaciona y establece vínculos que comportan distintos grados de afectividad y de valoración positiva o negativa del vínculo.
En el momento en que subjetivamente se da una pérdida, sentimos dolor. Dolor anímico por la valoración afectiva y la emotividad que de ellos se desprende, estas emociones, estas vivencias son el resultado de lo que somos.El resultado de nuestro crecimiento y desarrollo, de lo que dependerá nuestros duelos.
Cada pérdida significativa, representa algún tipo de renuncia. Es una crisis y comporta un proceso de duelo, es decir, un proceso paulatino de despedida, de desapego.
Cada pérdida, por pequeña que sea, implica la necesidad de hacer una elaboración, no sólo las grandes pérdidas generan duelos, sino que toda pérdida lo implica.
Toda pérdida siempre implica ganancia, ya que es un proceso de crecimiento, de hecho, ya no somos los mismos.
Hay un momento para todo,
un tiempo para nacer
y un tiempo para morir;
un tiempo para llorar
y un tiempo para reir;
un tiempo para lamentarse
y un tiempo para danzar.
(Ecl. 3, 1-4)